EL OJO DE CAÍN

COMENTARIO DE RAËL:

Con lo que está sucediendo en el mundo, algunos Raelianos se preguntan si tienen el derecho moral de participar en una Academia de la Felicidad. Difundir la felicidad mientras las bombas atómicas se multiplican cada día y los niños palestinos son masacrados en un terrible genocidio, les parece chocante.
La verdad es que la única manera de salvar a la Humanidad es el Amor. Pero el Amor sólo es posible entre personas que son felices y que difunden la felicidad. Cuando somos infelices, podemos volvernos agresivos, y de la agresión a la violencia no hay más que un paso. Cuanto más infelices seamos, más agresivos nos volveremos y, por tanto, violentos. La destrucción de la humanidad sólo puede ser causada por personas infelices, como el genocidio palestino. Y cada acción violenta aumenta la culpabilidad y, por tanto, la falta de felicidad de aquellos responsables, en un círculo vicioso, lo cual significa que cada acción violenta generará más infelicidad y, por ende, más violencia.
Los israelíes son el pueblo más infeliz del mundo, y es por eso que son los más violentos. Son intrínsecamente infelices porque en el fondo de sí mismos saben, a pesar de las mentiras de sus políticos y de sus medios de comunicación, que han robado las tierras y los hogares de los palestinos, lo cual va en contra de los fundamentos mismos de su religión, cuyos valores más hermosos son: «No matarás» y «Ama a tu prójimo como a ti mismo». Una religión que les enseña que son el «pueblo elegido», pero elegido no para dominar a los demás, sino para promover en todo el mundo este valor absoluto de no matar y de difundir el amor. Con una ley que elimina cualquier tentación a dominar, tal vez la ley más bella de los textos hebreos es: ¡Están prohibidos de crear un estado o una nación! Por lo tanto, el Sionismo es fundamentalmente antisemita y antijudío.
Esta falta de felicidad, debida al sentimiento de culpa de haber cometido genocidios y saqueos, puede encontrarse en todas las «civilizaciones» que han construido su poder y su riqueza sobre la dominación y el sufrimiento de los «otros». Ese ha sido el caso para casi todas las naciones europeas en su locura colonial, la cual los asiáticos llaman acertadamente la «catástrofe blanca». América del Norte y del Sur con el genocidio de las poblaciones locales, Asia que aún lleva las cicatrices de estos crímenes, Australia, etc…. En resumen, el planeta entero ha sido devastado por este sentido de superioridad racial de los europeos blancos y su impunidad en lo que los estadounidenses llaman excepcionalismo. Lo cual básicamente significa que el Derecho Internacional debe aplicarse a todos excepto a ellos mismos. El mismo sufrimiento que padecen los israelíes donde sus crímenes les conducen a la infelicidad y a una violencia cada vez mayor, fue también experimentado por los colonialistas en África, América y por todo el mundo, empujándoles a este círculo vicioso, que conduce inevitablemente a genocidios.
Y en todas partes, la justificación de la superioridad racial es inevitable. En el contexto de una nueva guerra mundial que sólo puede ser nuclear, no cabe duda de que todas las partes justificarán su lanzamiento de misiles alegando superioridad racial. Es precisamente esta idea de superioridad racial la que puede llevar a la destrucción de la Humanidad.
La única solución para salvar a la Humanidad es, por tanto, el Amor. Y este amor sólo puede ser incondicional, como todo amor verdadero. Y sólo puede ser generado por la felicidad, la cual, en un círculo virtuoso positivo, automáticamente trae más felicidad y por tanto más amor.
Es por eso que cuando las bombas atómicas y los genocidios se acumulan, es más importante que nunca meditar por la Paz y participar en las Academias de la Felicidad. ¡Sólo la difusión de la felicidad y del amor pueden salvar a la Humanidad!
El error sería quedarse en casa llorando ante las tragedias del mundo, en un falso sentido de justificación, lo cual no las evita en lo absoluto e intentar hacer que aquellos que participan en las Academias de la Felicidad se sientan culpables, alegando que sería egoísta enfocarse en la felicidad cuando tantas personas están sufriendo. Es precisamente para detener este sufrimiento que DEBEMOS difundir y desarrollar la felicidad. La felicidad es la única solución para salvar a la Humanidad, porque trae Amor.
Es también por eso que debemos de dejar de consumir imágenes de niños ensangrentados y difundir más belleza, arte y Felicidad.»